Viajar por trabajo con frecuencia suele ser una experiencia agotadora. Al cabo de un tiempo uno se cansa de los aeropuertos, las comidas de hotel y todo un conjunto de “momentos” que vienen de la mano de tales viajes.
Pero claro esta que al mismo tiempo, estos viajes son los mismos que enriquecen nuestros corazones al permitirnos conocer e interactuar con un sin numero de personas, lugares y paisajes que de otro modo probablemente nunca hayamos tenido oportunidad de conocer.
Esta vez, toco nuevamente La Paz, Bolivia, un sitio que de apoco estoy empezando a disfrutar y en el que suelo encontrar gente realmente especial con la que compartir mis cortas estadías en medio de proyectos realmente interesantes (Internal Penetration Test en esta oportunidad).
Como recuerdo de este viaje, me he traído un obsequio de mi buen amigo Boris, compañero leal de mis noches de auditoria en este lugar tan especial a casi 4000 mts de altura sobre el nivel del mar!! no esta bueno? 🙂
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